Diferenciar.- Una marca distingue a la empresa de sus competidores, ya que resalta atributos propios que la separan de otras empresas similares que pueden incluso ofrecer el mismo producto o servicio. La diferenciación, a su vez, permite generar posicionamiento, lo cual se traduce en rentabilidad y crecimiento.
Cautivar.- Las marcas ayudan a que la audiencia no solo sienta satisfacción por el producto o servicio adquirido, sino que relacione esta satisfacción con la marca y construya así un lazo emocional con ella. Esta experiencia muchas veces va más allá del producto consumido y se vincula también a la marca como tal.
Motivar.- Una estrategia de marca bien definida ayuda a que los colaboradores de la empresa tengan claridad al momento de tomar decisiones, así como en su comportamiento y comunicación con el cliente.
La creación de una marca es fundamental para que una empresa consiga insertarse en el mercado, pero también para mantenerse en él y lograr crecer sostenidamente. Además, las marcas son activos en sí mismas, ya que pueden llegar a incrementar el valor total de una empresa. Una marca ya posicionada tiene una capacidad de influencia alta en sus consumidores, puede construir tendencias que cambian el mercado e incluso ayudan a validar la aparición de productos nuevos.
Algunas marcas tienen tanto valor, que este excede incluso el valor físico de sus propiedades y su producción.
Por ello es necesario crear una marca con atributos claros y definidos, así como lograr que toda la organización los comprenda e implemente, de manera que estos se reflejen hacia el consumidor y se genere así una relación construida sobre la base de experiencias positivas.